Tiempo de ladridos: ¿quién defiende al rey?
La conjunción
de aprendices de brujo, espabilados editores de ética escasa, presuntos
adalides del periodismo transmutados en directores de prensa amarilla,
analfabetos políticos, complacientes jueces y magistrados, extremistas
genitales, papanatas digitales, antisistema con dieciocho páginas leídas por
todo bagaje cultural, líderes de opinión mediática dispuestos a defender lo uno
y su contrario según la paga, vagos y maleantes acomodados en el río revuelto;
la conjunción como digo de tal tropa con pensadores bien intencionados,
dolorosamente hartos del brutal aplastamiento de una sociedad que se creía
libre; con políticos solidarios asqueados de la porquería que los rodea; jueces
inermes también ellos ante la corrupción, y gentes a los pies de los caballos
solamente parece traducirse en una obsesión por el abismo de una sociedad que
hace menos de 40 años se había aliado en el proyecto colectivo de olvidar el
pasado y organizarse en el futuro.