domingo, 6 de marzo de 2016

EL RUIDO Y LA FURIA

Todavía no había llegado el momento del puño en alto ni del beso en los labios al camarada. En la bancada “podemita” sólo las cejas enarcadas de Íñigo Errejón y las ruidosas protestas de los escaños socialistas, parecieron reaccionar ante los gritos de su líder máximo en el Congreso de los Diputados, el descamisado Pablo Manuel Iglesias, llenos de ruido y de furia contra el partido socialista y especialmente contra Felipe González. Desde los escaños y las tribunas, ampliándose en directo a las pantallas de televisión, cundía la impresión de estar asistiendo a las obligadas sobreactuaciones de las asambleas estudiantiles y a las agitadas concentraciones del 15-M, en las que el grito debe acompañar a la palabra si se desea el efecto deseado en los congregados.
Cargó Iglesias contra el Felipe González de los años más negros del PSOE, acusándolo de tener el “pasado manchado de cal viva” y elogiando de paso a los secretarios generales del PCE Julio Anguita y Gerardo Iglesias. González  no quiso darle importancia al exabrupto: "Habla desde la rabia y el odio, está sobrecargado y debería serenarse un poco", para terminar definiéndolo “buen discípulo de Anguita”, en referencia al dirigente de IU, tan feroz adversario del socialista que parecía más bien un aliado de José María Aznar, el presidente del Partido Popular, y del Gobierno a partir de 1996.
El candidato a la Presidencia del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, ha confesado en declaraciones a El País no entender “de dónde saca Pablo Iglesias tanto odio y rencor con el PSOE. Por mi parte, solo merece el desprecio, como el de muchos millones de españoles que ven en Felipe González y en los miembros de sus gobiernos a políticos que hicieron lo mejor para España”.
Pablo Manuel Iglesias suavizó el tono en sus siguientes intervenciones, intentando bromear y banalizar sobre el beso y el amor. Pero no es la ironía donde más cómodo se encuentra este político, empeñado con un candoroso adanismo en reescribir la historia de este viejo país. A mí me valió sin embargo y se lo agradezco, porque me trajo a las mientes al Fulkner de “Amanece que no es poco”, la película de culto de José Luis Cuerda. Y al Macbeth de Shakespeare, ahí es nada.         
En 1929 aparecía la sexta novela de William Faulkner en la que un deficiente mental narraba la historia de la degradación de la familia Compson. Dicen los expertos que el escritor norteamericano tituló su relato “El ruido y la furia” inspirado en el verso, tantas veces repetido, del soliloquio de Macbeth en el que el rey reflexionaba ante la noticia de la muerte de su esposa, “La vida (…) es un cuento relatado por un idiota, lleno de ruido y furia, que no significa nada”.

El gran Shakespeare, cuatrocientos años después.

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